miércoles, 16 de junio de 2010

Pamela

Habitante de ínsulas extrañas,
conducido por valles nemorosos.
A través de escarpadas montañas
he llegado a altares misteriosos.

Raudo caudal,violenta corriente,
me guiaron por senda inextricable
a aquella anhelada región clemente
donde la espuma se vuelve estable.

Llenas mi corazón, no un palacio,
no si rebosara en vino y trigo.
Un venerable sentimiento rancio
emerge nuevo, cual maduro higo.

Sí, son tus labios mi patrimonio,
tus ojos mi axioma incontestable.
No necesitas adornos de antimonio,
tu mera presencia ya me es amable.

Me ha asaltado la noche oscura,
me visto de gala, dejo la pena.
Testigo mudo de amor es la luna.
Gracias por salvarme, Pamela.

Bookmark and Share

No hay comentarios:

Publicar un comentario