domingo, 28 de marzo de 2010

No hay pecado sino contra conciencia

Pudiera preguntar alguien si los perseguidores de los mártires o de Cristo pecaban en aquello que creían agradable a Dios.  O, también, si podían dejar de hacer sin pecado lo que creían que no se podía dejar de hacer.
Si nos atenemos a lo dicho arriba –que «el pecado es el desprecio de Dios» o «el consentimiento en aquello en que se cree que no hay que consentir»–, entonces no podemos afirmar que sea pecado la ignorancia de algo o incluso la misma carencia de fe con la que nadie puede salvarse.
Los que, en efecto, no conocen a Cristo y rechazan la fe cristiana por creerla contraria a Dios, ¿qué desprecio pueden sentir hacia Dios en eso que hacen precisamente por Dios y en lo que, por tanto, creen obrar bien?  Sobre todo si tenemos en cuenta lo que dice el Apóstol: «Si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios».  Es como decir: cuando no vamos contra nuestra conciencia, en vano debemos ser tenidos como reos de culpa ante Dios.
Pedro Abelardo (1079-1142), Conócete a ti mismo (Ética) 

Bookmark and Share

No hay comentarios:

Publicar un comentario