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Este libro es el inicio de la larga saga de Tolkien que culmina en el Señor de los Anillos. El Silmarillion es una obra de carácter más mitológico que épico. Junto con el Silmariolion propiamente dicho, el hijo de J.R. Tolkien ha incluido otras obras más pequeñas y las ha ordenado en un todo con cierta coherencia e inteligibilidad.
El Valaquenta es el relato de cómo Eru, el único, creó a los Valar, a los cuales los elfos posteriormente llamaron "los poderes". En el origen de todo estuvo la música que los Valar entonaron para Eru. Pero un valar malvado, Melkor, empezó a introducir disonancias. De la música de los valar con las disonancias de Melkor surgió Arda (la tierra).
Muchos de los valar, al ver la tierra, se enamoraron de ella y decidiron vivir en ella. Melkor también, aunque movido más bien por la envidia. Los valar trabajaron para crear un hermoso lugar, pero Melkor les arruinaba todo.
Uno de los valar, impaciente por que Arda tuviera habitantes, creó a los enanos. Aunque Eru lo regañó por su impaciencia, le permitió conservar a sus hijos, pero a condición de que los mantuviera escondidos bajo tierra hasta el surgimiento de los hijos de Eru.
Los primeros hijos de Ilúvatar (otro nombre de Eru) fueron los elfos: grandes, fuertes e inmunes a la muerte natural (solo podían morir por violencia). Los elfos nacieron lejos de la morada de los valar, y Melkor se enteró primero de su existencia. A algunos los condujo con engaños hacia su guarida, donde los corrompió transformándolos en orcos.
Cuando los valar se enteraron de que los elfos habían llegado al mundo trataron de convencerlos de ir a vivir con ellos, para protegerlos de la malicia de Melkor. Algunos aceptaron emprender el viaje, pero otros decidieron permanecer en su lugar de origen. Otros se fueron quedando en el camino, encantados por lo que iban viendo.
Los elfos que llegaron a la morada de los valar se volvieron más sabios que el resto. Feanor, uno de sus líderes, creó los Silmarils, tres joyas preciosas que emitían luz propia. Melkor los robó, y muchos elfos juraron recuperarlos, aunque ello implicara abandonar a los valar.
Los hombres surgieron mucho tiempo después. El regalo de Eru para ellos era la muerte (la cual los mismos valar envidiaban). No permanecían mucho tiempo en la tierra, y después eran llamados por Eru a un lugar secreto, que ni siquiera los valar conocen. Los hombres se aliaron con los eldar (elfos) en su lucha contra Melkor, pero la maldición de los valar pesaba sobre Feanor y sus aliados por haber desobedecido la orden de permanecer en Amán (la tierra de los valar) así que Melkor pudo imponerse.
Finalmente los valar deciden ayudar a elfos y hombres oprimidos por el enemigo oscuro. Emprenden una gran guerra contra Melkor, lo derrotan y lo arrojan al vacío. Su lugarteniente Sauron promete sumisión a los valar y se le perdona.
Con la derrota de Melkor florece el reino humano de Númenor, fundado por un hombre que fue capaz de recuperar un Silmaril robado por Melkor y llegar hasta Amán a pedir el auxilio de los valar. Los numenóranos crecieron en poder y gloria. Entre tanto Sauron oprimía al resto de los hombres y elfos. Uno de los reyes más grandes de Númenor decidió hacer la guerra a Sauron y lo derrotó, pero cometió el error de perdonarle la vida y llevarlo como prisionero a Númenor. Allí Sauron empezó a envenenar el alma del rey, hasta que lo convenció de que podía derrotar a los valar. El rey se embarcó a Amán mientras algunos numenoreanos fieles a los valar escaparon de Númenor. El rey, su flota y todo Númenor fueron hundidos por la furia de los valar. Los numeroneanos que sobrevivieron fundaron la ciudad de Minas-Tirith.
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