Desgraciadamente este reconocimiento de las lenguas locales se hizo suprimiendo la lengua oficial de la Iglesia en el culto, que también tiene puntos a su favor:
- Promueve el sentido de unidad en la Iglesia. Uno escucha la misma misa en la Ciudad de México, París, o Hong Kong.
- Dota al culto de una belleza milenaria y una solemnidad especial.
- Al tratarse de una lengua muerta, el latín facilita la definición de conceptos, que se ven menos afectados por las variaciones semánticas de un lenguaje en uso popular.
Por todo lo cual considero que la iniciativa del papa por promover el uso de la lengua latina es loable y debe ser secundado. Eso no tiene por qué significar la supresión del culto en lenguas vernáculas. Creo que ambos modelos pueden coexistir sin mayores dificultades.
Otro punto importante es el rescate del rito tridentino, que también tiene su belleza y su fundamentación teológica, lo mismo que las reformas introducidas en el Vaticano II. Ambas formas del celebrar el rito son hermosas y valiosas para la vida de la Iglesia.
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